viernes, 20 de julio de 2007

MPM en Cooperación Internacional

MPM en Cooperación Internacional
La Salle IGS Madrid
www.lasalleigsmadrid.es

La Cooperación Internacional es hoy una realidad de enorme trascendencia, que abarca muchas áreas de actividad e implica campos distintos del conocimiento. Nace del intercambio, que cada vez tiene un carácter más global, entre los pueblos, los gobiernos y otras instituciones de los países. Esta cooperación moviliza ingentes recursos a través de proyectos y alcanza a sectores tan diversos como la tecnología, el desarrollo económico, los servicios sociales, la cultura, el medio ambiente o el fortalecimiento de las instituciones públicas.

Los resultados y el impacto de la Cooperación Internacional dependen, en buena parte, de que esté coordinada y administrada por gestores competentes, que han recibido una preparación específica. El máster da respuesta a la formación y capacitación que necesitan los responsables de proyectos de Cooperación Internacional y suministra tanto los conocimientos como la metodología y los recursos técnicos para su labor.

La formación impartida se apoya en las más avanzadas tecnologías de la información, cuyo manejo también servirán de elemento diferenciador cara a la más eficiente gestión de los proyectos.El Máster da respuesta a la formación y capacitación que necesitan los responsables de proyectos de Cooperación Internacional y suministra tanto los conocimientos como la metodología y recursos técnicos para su labor.

miércoles, 4 de julio de 2007

LA CIUDAD OLVIDADA-Cuento

Me he tomado la libertad de reproducir el siguiente cuento del blog Otro Mundo es Posible, publicado en http://lacomunidad.elpais.com

LA CIUDAD OLVIDADA

Fue en época de lluvias. Era un día feo de tormenta y violento aguacero, cuando él, envuelto en una gota púrpura, cayó de las estrellas entre tantas y tantas gotas de agua.
No era una mago sabio, ni anciano, ni despistado. Tan sólo era un mago novato, joven y principiante. Había bajado un día de lluvia a escuchar las quejas de las cosas del mundo. Puso su tenderete en medio de la plaza de una ciudad olvidada y un gran cartel en el cual anunciaba: SE ESCUCHAN QUEJAS
Los primeros días los pasó un tanto aburrido. Las cosas pasaban por su lado mirándole de una forma desconfiada, pero ninguna se atrevía a quejarse delante de aquel jovenzuelo de mirada miope y un tanto despeinado que no cesaba de sonreírles.
Una tarde, cuando ya empezaba a anochecer y las cosas se habían retirado a sus casas, asomó por la esquina un televisor un poco destartalado con las antenas rizadas.
Cuando vio el terreno libre, se acercó disimuladamente al joven mago.
- ¿Deseabas algo?- Le dijo risueño el mago.
-¿Yo?- gruñó asustado el televisor.
- No tengas miedo. He venido a escuchar las quejas, y...¿si tú has llegado hasta aquí?, por algo será ¿no?-.
- Bueno, bueno.- Dijo un poco acalorado el televisor. Es que estoy muy, muy cabreado y como nunca puedo decir nada, es normal que te conteste así.-
- ¿Qué cosa eres?- Le dijo el mago.
- Yo, ¡soy un televisor!.- Dijo orgulloso- Pero frustrado. Mi vocación siempre ha sido la de maestro. Me hubiese gustado enseñar, informar, emitir películas buenas y hermosas, buenos conciertos y documentales, mostrar curiosidades, y a los pequeñines de la casa, divertirlos con programas y dibujos ingeniosos y divertidos. Pero ... mira, mira... Enchúfame y verás. ¡Es todo violencia! Informativos y programas que hasta a mí me dan ganas de vomitar al verlos. Frivolidades y estupideces. ¡Y esto me mata!. ¡Soy un televisor, no un contenedor! ¡No sé a dónde vamos a parar!.- Decía mientras se alejaba tambaleándose de un lado a otro.
Muy de madrugada, antes de que los gallos dormilones quiquiriquearan, se acercó una cosa flotando en el aire y se puso delante del mago.
- ¡Pssh,pssh!- Le silbaba para despertarlo.
- ¿Qué cosa eres?- Le dijo el mago frotándose los ojos y bostezando.
- Soy un arma y en mi caso, una pistola-.
- ¿Y de qué te quieres quejar?-.
- Pues, que no me gusta lo que soy.- Dijo la pistola con voz entristecida.- Tan sólo sirvo para quitar la vida, y cuando una bala mía sale para matar a una persona...- decía con la voz entrecortada.­¡Tú no sabes lo que se siente ahí, dentro de una corazón que muere!!.- Y las lágrimas salían por su gatillo de una forma desconsolada.
- ¡No llores!- Le dijo el mago dulcemente- ¿Qué es lo que te gustaría ser?-
- A mí,... me hubiese gustado que con mi pólvora hiciesen fuegos artificiales allí donde nunca los han visto. ¡Y explotar en el cielo estrellado con muchas luces y sonidos distintos!. Y con el metal de mi cubierta, hacer vías de tren, juguetes... lo siento, pero ahora tango que marchar a una guerra. Allí me quieren para seguir matando y matando, pero yo no quiero, no quiero...- Sollozaba mientras se marchaba camuflada en una chaqueta.
Al mediodía, cuando el sol brillaba con todo su esplendor, las cosas parecían que se iban animando a quejarse a aquel joven mago que cada vez les inspiraba más confianza.
Una rosa coqueta, peinándose con las hojas sus tintados pétalos, miraba de una forma insinuante al tímido mago.
- ¿Qué cosa tan hermosa eres tú?- Le dijo tartamudeando.
- ¡Cosa!- Gritó indignada.- Yo no soy una cosa. ¡Soy una rosa!- Le dijo más suavemente al contemplar al enrojecido mago por su metedura de pata.- Y vengo en representación de todas las flores de mi jardín. Nosotras estamos hechas para que nos miren, nos huelan, nos acaricien y para enamorar. En cambio, nos tratan cruelmente. No cesan de comprarse perfumes embotellados, a cada cual más empalagoso e insultante, mientras que a nosotras las flores, nos ignoran. Tienen tanta prisa que ni siquiera paran a admirarnos o a olernos. Tan solo nos arrancan el día que
hipócritamente nos quieren regalar y nos secan en un triste florero, donde morimos de pena. Ni siquiera una mirada, ni una palabra bonita...-
- Eres muy hermosa y hueles muy bien. No estés triste, rosa.- Le dijo el mago tímidamente. Y la rosa sacudiendo sus lindos pétalos se lo agradeció dándole un tierno beso de perfume.
Sobre las cinco de la tarde la plaza era un verdadero mercado de cosas. Hacían cola para quejarse al mago. Sabían que era una oportunidad única que jamás tendrían. Y las cosas, contándose sus problemas entre ellas mientras hacían cola, se sentían un poco más acompañadas en sus tristezas.
Un libro se quejaba de su triste y eterna estancia en una estantería de una casa. Impaciente y deseoso de ser leído, muchas veces se había lanzado contra el suelo. Pero tan solo había logrado doblarse alguna que otra página.
Un perro acompañado de un pájaro fueron en representación de todos los animales, y se quejaban de lo poco que les escuchaban o jugaban con ellos, de los malos tratos que recibían, del exterminio que se estaba cometiendo con algunas especies y las matanzas encarnizadas de sus amigas las ballenas y focas.
Un río con peces incluidos, salpicando a las indignadas cosas, se acercó desde las montañas también para quejarse. Sus aguas limpias y acogedoras de tanta vida estaban siendo envenenadas, como las de su hermano mayor el mar.
Sillones, muñecas, cuadros, piedras, esculturas, árboles, bosques enteros, fuegos, casas deshabitadas y en ruinas, coches usados de una forma abusiva, aceras e infinidad de cosas, día tras día fueron a visitar al mago, que pacientemente escuchaba queja por queja y nunca veía fin a su labor en la tierra.
Una noche, cuando las cosas tranquilas dormían en sus casas, el mago furtivamente, empezó a recoger el tenderete, con el fin de marcharse de nuevo a las estrellas. No encontraba solución a los problemas de las cosas y se sentía muy apesadumbrado por ello. Justo cuando cerró la maleta y se puso el sombrero, escuchó una voz que corría hacia él.
- ¡Espera!.- Le gritó.
- El mago miope lo miraba con ojos de asombro.
- ¿Y tú?, ¿qué cosa eres?. Eres la cosa más rara que he visto en estos días.- Le decía escudriñándolo con la mirada.
- Yo...- Dijo la cosa avergonzada.- Yo no soy una cosa. Yo soy un niño, un humano pequeño.
- ¿Un niño?. ¿Y por qué vienes en mi búsqueda?.- Dijo el mago.
- Venía a quejarme.
- ¡Vaya por Merlín!.- Dijo refunfuñando el mago, abriendo de nuevo la maleta y montando el tenderete.- Bueno, contigo hago una excepción, pero ya no más. Tengo ganas de volver a mi casa y ver a mi unicornio. ¡Lo echo tanto de
menos!.- Decía con nostalgia. -A ver, ¿y tú de que te quieres quejar?.
- Yo..., me quejo de que estoy solo, abandonado, y que no encuentro nada en
este mundo que me haga feliz.- Dijo mientras bajaba la cabeza.
El mago se quedó observándolo y contempló que había muchos hombres y mujeres pequeños detrás de éste haciendo cola también. Todos tenían el mismo gesto de tristeza. Entendió que aquellos pequeños humanos venían a quejarse de lo mismo. De su soledad e infelicidad porque no entendían las cosas del mundo. Y el mago radiante por su último descubrimiento sacó su varita llena de polvo y la agitó en el aire desprendiendo miles de gotas púrpuras de lluvia.
Desde aquel día, desde el día en que una lluvia púrpura cayó sobre la ciudad olvidada, las cosas adquirieron voz propia y comunicaron sus quejas a los humanos pequeños que ya nunca más se sintieron solos.
Por eso, tan sólo los humanos pequeños son los únicos que pueden entender y ayudar a las cosas. Y no permiten que una rosa se siga quejando, sino que la miman y la aman como al resto de todas y cada una de las cosas. Sin olvidar que una rosa no es una cosa, ni una cosa es tal, sino pequeñas partes de uno mismo, como una suave lluvia púrpura de estrellas.